El magma es el material fundido que se forma en el interior de la Tierra. En ocasiones se enfría y solidifica en un proceso conocido como “cristalización”, que puede suceder debajo o sobre la superficie terrestre. En cualquiera de los dos casos, las rocas resultantes se llaman ÍGNEAS.
Si estas rocas ígneas afloran a la superficie, sufren un proceso de meteorización en el cual la acción de la atmósfera las desintegra y descompone lentamente. Los materiales resultantes (llamados “sedimentos”) son transportados por agentes como el viento, el agua o los glaciares, y finalmente depositados. Luego de ser depositados, estos sedimentos experimentan un proceso de litificación, que significa ni más ni menos que “conversión en roca”, lo que da lugar a la formación de rocas SEDIMENTARIAS.
Si la roca sedimentaria resultante se entierra profundamente dentro de la Tierra o interviene en la dinámica de formación de montañas, estará sometida a grandes presiones y a un calor intenso. La roca reaccionará y se convertirá en el tercer tipo de roca, la METAMÓRFICA.
Cuando la roca metamórfica sea sometida a cambios adicionales o a una mayor temperatura, se fundirá y creará magma, que acabará cristalizando en rocas ígneas, lo que da lugar al recomienzo del ciclo.


